sábado, 9 de abril de 2011

Escrito en los huesos



Restos momificados, alterados por el contacto con el terreno, degradados por las condiciones atmosféricas... Huesos, tejidos blandos, esqueletos incompletos con lesiones evidentes o sin ellas. Los paleopatólogos se enfrentan al reto de identificar los males que padecieron cadáveres que tienen a veces miles de años de antigüedad. Autopsias con un gran valor histórico y que ayudan a explicar la evolución de las enfermedades.

"Establecer un diagnóstico en medicina requiere interpretar los signos y los síntomas. Esto se hace todos los días con sujetos vivos", explica a ELMUNDO.es Francisco Etxeberría, experto en Medicina Legal y Forense de la Universidad del País Vasco. "Esto y las pruebas complementarias sirven para establecer diagnósticos de presunción o de confirmación. Pero con el cadáver y el esqueleto, la cosa cambia. No podemos analizar los síntomas".

Por eso, los signos son la base de la paleopatología. Las señales que dejan las enfermedades en los restos óseos, principal objeto de estudio de esta ciencia, y otros tejidos, cuando estos no han sido destruidos por el paso del tiempo. La búsqueda y análisis de estas lesiones es lo que los expertos en la materia hacen en las autopsias.

Huesos y momias

"En los huesos, las enfermedades que se pueden diagnosticar son pocas. Sólo aquéllas que dejan rastro en ellos, como la sífilis, la tuberculosis o la brucelosis...", explica José Antonio Sánchez, director del Departamento de Toxicología y Legislación Sanitaria de la Universidad Complutense de Madrid. Pero, con frecuencia, lo único con lo que cuentan estos especialistas es con esqueletos.

"Cuando aparecen tejidos momificados, tenemos más opciones porque podemos coger cualquier muestra y estudiar las lesiones que tenga. También podemos buscar los microbios que hayan estado allí", añade Sánchez, que dirige el Museo de Antropología Forense, Paleopatología y Criminalística de la Faculta de Medicina.

Empleando técnicas similares a las que usan los forenses, los paleopatólogos deben superar las dificultades que entraña el estudio de estos restos antiguos. A primera vista, se puede establecer su estado: momificado, alterado por el contacto con el terreno, teñido por metales. Después, hay que identificarlos, establecer su sexo, edad, etnia... Es la parte más básica, que corresponde a la llamada antropología forense y "es el 98% del trabajo", asegura Sánchez.

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