lunes, 25 de octubre de 2010

La revancha del oasis sin humo

No hay forma de mirar a una de las paredes de la Cafetería Hortaleza de Madrid sin encontrarse un discreto cartel de "Prohibido fumar". Es el tajante mensaje de José Núñez (54 años) y su hermano Francisco (51 años) a su clientela. "Al principio pusimos un cartel en el que se decía: 'Se ruega fumar lo menos posible', pero la gente lo hacía incluso cada vez más", cuenta el mayor de estos hermanos nacidos en Sanabria (Zamora).

Los Núñez tomaron la decisión "en defensa propia". "Sufrimos de la garganta, y cuando cogíamos un catarro no lo soltábamos en todo el año", cuentan. El 7 de julio de 2007 prohibieron fumar. "Desde entonces estamos mucho mejor", dicen.

El bar está en una de las zonas más modernas de Madrid, pero es un establecimiento tradicional, de los de pincho de tortilla, menú del día, timba por las tardes, televisión y máquinas tragaperras. "Somos los únicos del barrio que lo hicimos. Al principio perdimos un 20% de los clientes habituales, de los de partida diaria", cuenta José. "A ver si ahora vuelven", dicen cuando mencionan la ley que va a prohibir fumar en todos los locales.

Además, en ello ven una oportunidad para su negocio. "Fue prohibir fumar y empezó la crisis. Ahora todos competiremos en igualdad", dice el menor de los hermanos. Porque ellos no creen que la gente vaya a dejar de salir a desayunar o a jugar la partida. "Aquí lo que hacen es que salen a fumar a la calle, y ellos mismos reconocen que lo hacen menos, lo que les viene muy bien", añade.

Mientras tanto, su clientela ha cambiado algo. "Tenemos un 40% de fijos y un 60% de transeúntes", explican. Han perdido a alguno de los primeros, pero "ahora entran más extranjeros y familias con niños". "Ellos se fijan mucho más en que el aire esté limpio", dice el mayor. Precisamente fue el ejemplo de lo que ocurre fuera, como lo que José vio en París y Londres -"en los sitios no había humo pero les iba bien"-, lo que les animó a dar el paso.

Isabel Escobar es una de las clientas que han ganado. Ni ella ni su marido fuman, y cuando viajan a Madrid una vez al mes por negocios siempre van a la Cafetería Hortaleza. "Cuando sales sigues oliendo a perfume", dice Isabel tocándose el fular.

El tema de los olores fue otro de los argumentos para los dueños del local. "No es solo salud, es higiene", dice Francisco. Aunque las tapas están en cámaras sobre el mostrador, "también cogen olor". "Y si no, piense en lo que puede saber un jamón que está colgado en un bar donde se fuma", señala Francisco.

Los hermanos lo tienen claro. Su decisión no les ha costado clientes, pero aunque así hubiera sido no volverían a permitir fumar. "Antes dejo el negocio", dice José. Y es que, para ellos, "la salud es lo primero".


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